Presentación

Esta es una traducción, hecha por mí (junto con las notas y esquemas), del ensayo Jerusalem 607 BCE, en su revisión de 2007, publicado por jehovahsjudgment.co.uk



24 may 2012

Apéndice A


Apéndice A:

La profecía de los siete tiempos.

   Esta obra ha mostrado que 607 aec. -y no 587 aec.- es realmente el año en que Jerusalén fue desolada de acuerdo a la irrefutable evidencia de la palabra de Dios, la Biblia. Incluso algunos de aquellos que previamente habían tratado de desacreditar a los testigos de Jehová diciendo que el 607 aec. es incorrecto, se han visto forzados ahora a admitir que esa fecha podría ser correcta después de todo, y eso es porque no tienen respuestas claras para refutar la evidencia que la Biblia presenta.

   En vista de esto, y no queriendo admitir que los testigos de Jehová tienen la verdad, ahora ellos han recurrido a este punto de vista: “¿Y qué? ¡En realidad no importa si fue en 607 ó en 587! eso no demuestra nada sobre 1914. Esa es todavía una ingeniosa historia sin base bíblica. No hay evidencia de que los tiempos de los gentiles iniciaran en 607 aec. y terminaran en 1914”.

   Por lo tanto esta cuestión demanda ser respondida con argumentos bíblicos. ¿Los siete tiempos comenzaron en 607 aec. y terminaron en 1914 ec.?, ¿los siete tiempos comenzaron cuando el gobernante sobre el trono de Jehová en Jerusalén, Sedequías, fue cortado en 607 aec., y terminaron en 1914 ec. con el nombramiento como rey del correcto gobernante, Jesús, la ramita de Jesé, asumiendo así el reinado de Dios en el cielo?, ¿qué tanto duran los siete tiempos?

   Para responderlo brevemente Revelación 12.6 nos dice: “Y la mujer huyó al desierto, donde tiene un lugar preparado por Dios, para que la alimentaran allí mil doscientos sesenta días”. Después, en el versículo 14 del mismo capítulo leemos: “A la mujer [le fueron dadas alas] para que volara al desierto a su lugar; allí es donde es alimentada por un tiempo y tiempos y medio tiempo, lejos de la cara de la serpiente”.

   Podemos ver claramente que 3 ½ tiempos son igual que 1260 días (56). Multiplicando ambas ilustraciones podemos concluir fácilmente que siete tiempos son lo mismo que 2520 días (57). Luego, aplicando la regla de un año por día, podemos deducir que siete tiempos son 2520 años. Sorprendente como pueda parecer estos 2520 años corren de 607 aec. a 1914 ec. Ahora bien, ¿están los siete tiempos del capítulo 4 de Daniel conectados con los tiempos de los gentiles y el reinado de Dios?

Por qué Daniel usa la palabra “tiempos” y no años.

   Muchos claman que el sueño del árbol solamente aplicaba a Nabucodonosor; que él estaría enfermo por siete años y luego sería restablecido. Esa es la única aplicación que le dan. Sin embargo, es muy interesante que la palabra que  Daniel usó con relación al árbol no era la que se usaba para designar “año”, más bien usó la palabra “iddan”, la cual significa “época, era, temporada, o tiempos”. “Iddan” no es la palabra que sería usada para describir meramente un año si un año es lo que se quiere decir. Hay una palabra distinta para designar un “año”, por ejemplo la palabra “año” en hebreo es “shana”. Al usar la palabra “iddan” se hizo evidente que Daniel quería darnos a entender que en el asunto había implicado algo más que un simple periodo de siete años; si no fuera así, ¿por qué no simplemente usó la palabra para “años”?

   ¿Qué podemos concluir en lo que respecta al uso de Daniel de la palabra “iddan”? Que Daniel debió haber usado la palabra “tiempos” con algún propósito, o que fue dirigido por Jehová para hacerlo. ¿Pero por qué usó la palabra “tiempos” en vez de “años”? Debió haber habido una razón. Si el sueño del árbol solamente es aplicable a Nabucodonosor, ¿entonces por qué la profecía no dice simplemente siete “años”?, ¿por qué dice siete “tiempos”?

   Considere el hecho de que más adelante Revelación nos muestra que siete tiempos son igual que la cifra 2520; así que, aparentemente, Daniel quería decirnos que había que descifrar los siete tiempos como la cifra 2520 para que supiéramos que la profecía tenía un significado más profundo que simplemente los siete “años” para Nabucodonosor. Si no fuera así, ¿para qué servirían todas estas pistas?, ¿era acaso la intención de Jehová despistar a los lectores de la Biblia?

   No puede haber ninguna duda de que la mención de los “tiempos” en Revelación fue escrita solamente para ayudarnos a calcular la duración de los siete tiempos de Daniel, de otro modo Juan habría sido inspirado a escribir directamente  1260 días; no había necesidad de repetirse a sí mismo y escribir ´tiempo, tiempos, y la mitad de un tiempo´ porque esa expresión no nos ayuda para nada para entender el libro de Revelación. En otras palabras, los siete tiempos de Daniel no nos ayudan a calcular qué son los 3 ½ tiempos de Revelación, realmente es al revés.

   Considere esto: Si siete tiempos significaran solamente siete años, entonces Daniel podría haber dicho  sencillamente siete años, y Revelación podría haber dicho sencillamente 3 ½ años, o 1260 días, o 42 meses; entonces nadie nunca habría mencionado los “tiempos” y todos estarían felices y lo entenderían todo claramente. Y aún más: La mención de Daniel de los  3 ½ tiempos en conexión con los 1260 días podría también haber sido removida, ya que el número -1260 días- también se menciona en Revelación. El completo asunto de los “tiempos” sería superfluo... a menos que fueran usados como la clave para entender los siete tiempos.

   No obstante, dado que en realidad los siete tiempos significan más que simplemente siete años para Nabucodonosor, y están vinculados a los 2520 años en el gran esquema de este asunto, entonces Daniel tuvo que haber usado un término diferente a “años”. Tuvo que usar una palabra que pudiera significar tanto los siete años para Nabucodonosor como los cientos de años en que se extenderían los tiempos de los gentiles. El término que usó, bajo la dirección de Jehová, fue “iddan” o “tiempos”. Dado que era necesario que esto se entendiera, Juan fue dirigido por Dios para usar la misma terminología de “tiempos” y mostrar así la duración de los siete tiempos y de esa manera hacer  que los buscadores de la verdad pudieran entender el libro de Daniel.

   En vista de lo anterior ¿es razonable pensar que el capítulo 4 de Daniel aplica únicamente a Nabucodonosor?, ¿por qué Daniel específicamente usa la palabra “tiempos” en vez de “años”?, ¿y por qué Revelación nos ayuda a ver la duración de siete tiempos?, ¿y por qué Daniel dice que pasarían siete tiempos hasta que se levantara el de más humilde condición de la humanidad? Daniel 4.17: “Con la intención de que sepan los vivientes que el Altísimo es Gobernante en el reino de la humanidad, y que a quién él quiere darlo lo da, y coloca sobre él aún al de más humilde condición de la humanidad”. Esto no puede ser mera coincidencia, ¿verdad?

¿Podrían siete tiempos significar setenta años?

   Algunos claman que siete tiempos significan sólo siete décadas y de esa manera concluyen que este periodo coincide con los setenta años del dominio babilonio. Sin embargo, una pregunta debe ser respondida: ¿En qué sentido fue levantado el de más humilde condición de la humanidad en 537 aec.? Ningún rey de Judá fue restablecido en ese tiempo.

   No obstante tenemos un paralelo con Nabucodonosor; él fue rebajado para ser puesto en alto después de siete tiempos. El gobierno de Dios, representado por los reyes davídicos (el último de los cuales fue Sedequías), fue rebajado en 607 aec. y no sería sino hasta cuando alguien se sentara en ese trono de nuevo que “el de más humilde condición” sería puesto en alto. Ese “humilde de condición” es, por supuesto, Jesucristo. ¿Cuándo sería puesto en alto ese “humilde”? Eso es precisamente lo que la profecía responde. En primer lugar responde la pregunta con relación a Nabucodonosor. En segundo lugar, y más importante aún, responde la pregunta en relación al gobierno de Dios.

   Otros argumentan que un año tiene 365 días y no 360. Por lo tanto concluyen que los siete tiempos deben ser 7 x 365. Pero la Biblia se interpreta a sí misma. El libro de Revelación muestra claramente que 3 ½ tiempos son iguales a 1260 días, y por ende siete tiempos son lo mismo que la cifra 2520. No podemos negar eso, no podemos decir “¡claro que no!, ¡un año tiene 365 días!”, eso no importa. La Biblia muestra lo que son los siete tiempos; no podemos cambiar lo que ella dice. 7 tiempos = 2520 días. Si se aplica la regla de un año por un día entonces 7 tiempos = 2520 años (57).  Usted sólo tiene dos opciones: Ya sea siete tiempos= siete años, o siete tiempos= 2520 años (basado en la regla de un año por un día). No podría ser 7 x 365, ni 70 años, ni 7 meses, ni 7 días, a menos que tuviéramos que descartar totalmente la explicación que la Biblia da de los tiempos en Revelación.

¿Qué hay sobre las imágenes del árbol?

   ¿Por qué se le dio a Nabucodonosor un sueño en el que un gran árbol es cortado, derribado, atado, y después de siete tiempos es desatado y de nuevo es capaz de crecer? La Biblia da la razón para esto con sencillez: “Con la intención de que sepan los vivientes que el Altísimo es Gobernante en el reino de la humanidad, y que a quien él quiere darlo lo da, y coloca sobre él aún al de más humilde condición de la humanidad” (58). Con certeza nadie va a negar eso.

   Como se dijo antes, la Biblia se interpreta a sí misma y por eso no tenemos que adivinar sobre este asunto. Increíblemente palabras similares se usaron con relación al reinado de Sedequías. Ezequiel 21.25-27 dice con respecto a Sedequías: “Y en cuanto a ti, oh mortiferamente herido e inicuo principal de Israel, cuyo día ha llegado en el tiempo del error del fin, esto es lo que ha dicho el Señor Soberano Jehová: ´Remueve el turbante, y quita la corona. Esta no será la misma. Póngase en alto aun lo que está bajo, y póngase bajo aun al alto. Ruina, ruina, ruina la haré. En cuanto a esta también, ciertamente no llegará a ser de nadie hasta que venga aquel que tiene el derecho legal, y tengo que dar esto a él”.

   La mayoría de los eruditos de la Biblia concordarán rápidamente en que esta profecía se aplica al último rey de Judá, Sedequías. Ezequiel 20.1 proporciona el periodo de tiempo en que la profecía fue dada: “Aconteció que, en el año séptimo...”. El año séptimo comenzó en el séptimo año del exilio de Ezequiel. El séptimo año del exilio de Ezequiel ocurrió durante la gobernación del rey Sedequías. De hecho una rápida lectura del entero capítulo 21 del libro de Ezequiel confirma que la profecía es en contra de Jerusalén y “contra el suelo de Israel”, y los versículos 18 a 21 confirman que sería “el rey de Babilonia” quien vendría contra Judá y Jerusalén. Ezequiel 21.25-27 debe, por lo tanto, aplicarse única y exclusivamente a Sedequías ya que él era el rey de Judá en funciones en el tiempo en que la profecía fue dada; él fue el último rey de Judá, y de hecho poco tiempo después fue conquistado por Nabucodonosor, el rey de Babilonia.

   Pero hay todavía más evidencia de que el capítulo 21 de Ezequiel vincula a los reyes de Judá (incluyendo a su último rey, Sedequías) con el sueño de Nabucodonosor acerca del árbol. ¿Observó, en el capítulo 21 de Ezequiel, que Jehová tiene una espada que va a desenvainar sobre Judá a causa de la actitud rebelde de esta? Es con respecto a esa espada que se hace una pregunta en el versículo 10.

   Versículo 10: “¿[la espada de ejecución] rechaza el cetro [de gobernante] de mi propio hijo [Israel], como hace con todo árbol?”

   Versículo 12: “Grita y aúlla, oh hijo del hombre, porque ella misma ha llegado a estar contra mi pueblo; está [la espada de Jehová] contra todos los principales de Israel”.

   ¡Sorprendente! Esto es exactamente un paralelo del sueño del árbol de Nabucodonosor, en donde la espada de Jehová cortaría el “árbol” o el “cetro” de gobierno de Israel. El cortamiento del árbol o del gobierno de Israel es de gran importancia porque aquellos reyes de Israel representaban el gobierno de Jehová sobre la Tierra.

   1 Crónicas 29.23 nos dice: “Y Salomón empezó a sentarse sobre el trono de Jehová como rey en lugar de David su padre”. Por estas palabras podemos ver que los reyes de Israel en realidad representaban el gobierno de Jehová sobre la Tierra.

   Es en ese sentido que Lamentaciones 4.20, escrito después de la desolación de Jerusalén y del fin del reinado de Sedequías, nos dice: “El mismísimo aliento de nuestras narices, el ungido de Jehová [el rey de Israel], ha sido capturado en el hoyo grande de ellos, aquel de quien hemos dicho: ´En su sombra viviremos entre las naciones´”. Al usar la palabra “sombra” en conexión con el rey de Israel de nuevo nos acordamos del gran árbol del capítulo 4 de Daniel, el cual proveía sombra protectora para todos. Esta es la misma sombra protectora, parecida a la de un árbol, que el gobierno de Dios proveía mediante sus representantes , los reyes de Israel.

   Hágase esta pregunta: De los árboles (o cetros, o gobierno) a los que Jehová cortaría por medio de Babilonia, ¿cuál árbol sería desatado y restaurado en el futuro, y recibiría el reinado por parte de Jehová mismo al ser apto para él?, ¿cuál de ellos proveería a la más “humilde” ramita que crecería y se convertiría en un majestuoso cedro en la montaña santa de Jehová, la cual se eleva a más altura que ninguna otra?

   Ezequiel 19 nos da aún más sorprendentes similitudes entre el gobierno de Judá y el árbol del sueño de Nabucodonosor del capítulo 4 de Daniel. Después de comparar a los gobernantes de Judá con cachorros de una leona, observe las similitudes con el árbol del capítulo 4 de Daniel con lo que se dice acerca de la madre leona cuando se le compara a una vid en los versículos 10-14: “Tu madre era como una vid en tu sangre, plantada junto a aguas. Fructífera y llena de ramas se hizo debido a agua abundante. Y estas llegaron a ser para ella fuertes varas, a propósito para los cetros de gobernantes. Y la altura de ella gradualmente se hizo alta arriba entre ramas, y llegó a ser visible a causa de su altura, a causa de la abundancia de su follaje” (Ezequiel 19.10,11).

   Compare esta descripción con Daniel 4.11,12: “El árbol creció y se hizo fuerte, y su altura misma finalmente alcanzó a los cielos, y era visible hasta la extremidad de toda la tierra. Su follaje era hermoso, y su fruto era abundante, y había alimento para todos en él. Bajo él las bestias del campo buscaban sombra, y en sus ramas mayores los pájaros de los cielos moraban, y de él toda carne se alimentaba”.

   Además, tal como el árbol fue derribado hay una consecuencia similar con la vid/árbol de Ezequiel 19.12-14: “Pero finalmente fue desarraigada en furor. A la tierra fue arrojada, y hubo un viento del este que secó su fruto. Su fuerte vara fue arrancada y llegó a estar seca. El fuego mismo la devoró. Y ahora está plantada en el desierto, en tierra árida y sedienta. Y fuego procedió a salir de la vara de ella. Devoró sus sarmientos mismos, su fruto mismo, y no resultó haber en ella vara fuerte, ningún cetro para gobernar”.

   Y fue así como el elevado Sedequías, el último gobernante de Israel, fue rebajado, mientras que el gobernante gentil pagano fue enaltecido aún por encima de los reyes que se habían sentado en el trono de Jehová en Jerusalén. La representación monárquica de Jehová sobre la Tierra cesó por un tiempo. El árbol sería atado hasta que llegara aquel que tuviera el derecho legal y de nuevo se sentara como rey en el ´trono de Jehová´. Este “humilde” con el derecho legal sería puesto en alto cuando el árbol fuera desatado . ¿Pero cómo sabemos que todo esto es así? Sorprendentemente de nuevo la Biblia se explica a sí misma, sin terminología incierta. De nuevo el libro de Ezequiel lo aclara todo.

El acertijo de Ezequiel 17

   El entero capítulo 17 de Ezequiel describe el fin de Sedequías por medio de Nabucodonosor, y por extensión el fin de aquel árbol. Note lo siguiente desde el versículo uno del capítulo 17 de Ezequiel:
   “Y la palabra de Jehová continuó ocurriéndome, y dijo: ´Hijo del hombre, propón un enigma y compón un dicho proverbial dirigido a la casa de Israel. Y tienes que decir : ´Esto es lo que ha dicho  el Señor Soberano Jehová: ´La gran águila [Nabucodonosor], poseedora de grandes alas, con largas plumas remeras, llena de plumaje, que tenía variedad de colores, vino al Libano [Jerusalén] y procedió a tomar la punta [Jehoiaquim] del cedro. Arrancó la misma cima de sus vástagos jóvenes y vino trayéndola a la tierra de Canaán; en una ciudad de comerciantes [Babilonia; ver Ezequiel 17.12] la colocó.

   Además, tomó alguna de la semilla de la tierra y la puso en un campo para semilla. Como un sauce al lado de vastas aguas, como un sauce [Sedequías] la colocó. Y esta empezó a brotar y gradualmente llegó a ser una vid que crecía con frondosidad, baja en altura [sólo un mero vasallo del rey de Babilonia, no elevado ni noble; ver Ezequiel 17.13], inclinada a volver su follaje hacia adentro; y en cuanto a sus raíces, gradualmente llegaron a estar debajo de ella. Y finalmente llegó a ser una vid y produjo sarmientos y envió ramas. Y llegó a haber otra gran águila [el faraón de Egipto; ver Ezequiel 17.15], con grandes alas, y con grandes plumas remeras, y ¡mire!, esta misma vid extendió sus raíces hambrientamente hacia ella. Y su follaje le alargó para que ella la regara, lejos de los cuadros del jardín donde estaba plantada. A un buen campo, junto a vastas aguas, había sido ya trasplantada, para producir ramas mayores y llevar fruto, para llegar a ser una vid majestuosa.

   Di: ‘Esto es lo que ha dicho el Señor Soberano Jehová: ´¿Tendrá éxito? ¿No arrancará alguien sus mismísimas raíces y hará escamoso su mismísimo fruto? ¿Y no tendrán que secarse todos sus brotes recientemente arrancados? Se secará. Ni por un gran brazo ni por un pueblo numeroso tendrá que ser alzada de sus raíces. Y, ¡mira!, aunque trasplantada, ¿tendrá éxito? ¿No se secará completamente, aun como cuando el viento del este la toca? En los cuadros de jardín de su brote se secará´.

   Y la palabra de Jehová continuó ocurriéndome, y dijo: ´Di, por favor, a la casa rebelde: ‘¿No saben ustedes realmente lo que estas cosas significan?’. Di: ‘¡Miren! El rey de Babilonia vino a Jerusalén y procedió a tomar a su rey y sus príncipes y a llevárselos a sí a Babilonia. Además, tomó uno de la descendencia real y celebró un pacto con él y lo introdujo en un juramento; y a los hombres de nota del país se los llevó, para que el reino llegara a ser bajo, sin poder alzarse, para que, guardando el pacto de él, subsistiera. Pero este finalmente se rebeló contra él al enviar sus mensajeros a Egipto, para que este le diera caballos y un pueblo numeroso.

   ¿Tendrá éxito? ¿Escapará él, el que está haciendo estas cosas, y que ha quebrantado un pacto? ¿Y realmente escapará?’. ´Tan ciertamente como que yo estoy vivo —es la expresión del Señor Soberano Jehová—, en el lugar del rey que puso como rey al que despreció su juramento y que quebrantó su pacto, con él en medio de Babilonia morirá. Y por una gran fuerza militar y por una congregación numerosa Faraón no lo hará eficiente en la guerra, por amontonar un cerco de sitiar y por construir un muro de asedio, para cortar muchas almas. Y él ha despreciado un juramento al quebrantar un pacto, y, ¡mira!, él había dado su mano y ha hecho aun todas estas cosas. No logrará escapar´.

‘Por lo tanto, esto es lo que ha dicho el Señor Soberano Jehová: “Tan ciertamente como que estoy vivo, de seguro mi juramento que él ha despreciado y mi pacto que él ha quebrantado... ciertamente hasta lo traeré sobre su cabeza. Y ciertamente extenderé sobre él mi red, y ciertamente será cogido en mi red de cazar; y ciertamente lo llevaré a Babilonia y me pondré en juicio con él allí respecto a su infidelidad con la cual actuó contra mí. Y en lo que respecta a todos los fugitivos de él en todas sus partidas, a espada caerán, y los que queden serán esparcidos aun a todo viento. Y ustedes tendrán que saber que yo mismo, Jehová, lo he hablado”.’

   Los versículos restantes describen el regreso de una ramita como el gobernante de Dios: “Esto es lo que ha dicho el Señor Soberano Jehová: ´Yo mismo también ciertamente tomaré y pondré algo de la punta encumbrada del cedro; de la cima de sus ramitas arrancaré una que sea tierna [Jesús], y yo mismo ciertamente la trasplantaré sobre una montaña alta y encumbrada. A la montaña de la altura de Israel la trasplantaré, y ciertamente echará ramas mayores y producirá fruto y llegará a ser un cedro majestuoso. Y debajo de él realmente residirán todos los pájaros de toda ala; en la sombra de su follaje residirán´”

   Fíjese en especial en el versículo final, el 24: “Y todos los árboles del campo tendrán que saber que yo mismo, Jehová, he abatido al árbol alto, he puesto en alto el árbol bajo, he secado el árbol todavía húmedo y he hecho que el árbol seco florezca. Yo mismo, Jehová, he hablado y lo he hecho”.

   ¿Lo notó? El árbol alto es abatido y secado; su gobernación termina. Pero en una fecha posterior una “ramita” del árbol regio regresaría, porque una ramita sería plantada en la santa montaña de Jehová y se convertiría en un majestuoso “árbol”.

   ¿Percibe usted la conexión que la Biblia hace entre el capítulo 4 de Daniel y los capítulos 21 y 17 de Ezequiel? Lea Daniel 4.17: “Que sepan los vivientes que el Altísimo es Gobernante en el reino  de la humanidad, y que a quien él quiere darlo lo da, y coloca sobre él aun al de más humilde condición de la humanidad”.

   Y compare con Ezequiel 21.26,27 acerca del fin del gobierno de Sedequías y el comienzo del gobierno de Jesús: “Póngase en alto aun lo que está bajo, y póngase bajo aun al alto. Ruina, ruina, ruina la haré. En cuanto a esta también, ciertamente no llegará a ser de nadie hasta que venga aquel que tiene el derecho legal, y tendré que dar esto a él”.

   Y Ezequiel 17.24 dice: “Y todos los árboles del campo tendrán que saber que yo mismo, Jehová, he abatido al árbol alto, he puesto en alto el árbol bajo, he secado el árbol todavía húmedo y he hecho que el árbol seco florezca. Yo mismo, Jehova, he hablado y lo he hecho”.

   Los tres textos bíblicos mencionan que el bajo sería puesto en alto, y que Jehová es quien da el gobierno a quien él escoge. No puede haber duda de que el árbol representa el gobierno de Dios. El final de Sedequías fue también el final de ese gobierno y fue remplazado por la gobernación de los gentiles. La gobernación divina volvería a comenzar solamente cuando regresara aquel con “el derecho legal”, la ramita de Jesé, y nuevamente tomaría el control de ese gobierno.

Árboles, tocones, raíces, ramitas, y el reinado de Jesús.

   Observe la vinculación que hay en las Escrituras en lo que respecta a los árboles, los tocones, las ramitas, las raíces, y el reinado de Cristo:

   Isaías 10.33-11.3: “¡Miren! El Señor verdadero, Jehová de los ejércitos, desgaja ramas mayores con un terrible estallido; y las de alta estatura son cortadas, y las elevadas mismas quedan rebajadas. Y él ha derribado los matorrales del bosque con un instrumento de hierro, y por un poderoso el Libano mismo caerá. Y tiene que salir una ramita del tocón de Jesé; y procedente de sus raíces un brote será fructífero. Y sobre él tiene que asentarse el espíritu de Jehová, el espíritu de sabiduría y de entendimiento, el espíritu de consejo y de poderío, el espíritu de conocimiento y del temor de Jehová; y habrá disfrute por él en el temor de Jehová”.

   Unos versículos más adelante, en el versículo 10 del capítulo 11. dice: “Y en aquel día tiene que suceder que habrá la raíz de Jesé que estará de pie como señal enhiesta para los pueblos. A él hasta las naciones se dirigirán inquiriendo, y su lugar de descanso tiene que llegara a ser glorioso”.

   Jeremías 23.5: “¡Miren! Vienen días -es la expresión de Jehová- ,y yo ciertamente levantaré a David un brote justo. Y un rey ciertamente reinará y actuará con discreción y ejecutará derecho y justicia en la tierra”.

   Ezequiel 17.22-24: “Esto es lo que ha dicho el Señor Soberano Jehová: ´Yo mismo también ciertamente tomaré y pondré algo de la punta encumbrada del cedro; de la cima de sus ramitas arrancaré una que sea tierna, y yo mismo ciertamente la trasplantaré sobre una montaña alta y encumbrada. A la montaña de la altura de Israel la trasplantaré, y ciertamente echará ramas mayores y producirá fruto y llegará a ser un cedro majestuoso. Y debajo de él realmente residirán todos los pájaros de toda ala; en la sombra de su follaje residirán. Y todos los árboles del campo tendrán que saber que yo mismo, Jehová, he abatido al árbol alto, he puesto en alto el árbol bajo, he secado el árbol todavía húmedo y he hecho que el árbol seco florezca. Yo mismo, Jehová, he hablado y lo he hecho´”.

   Zacarías 6.12,13: “Y tienes que decirle: ´Esto es lo que ha dicho Jehová de los ejércitos: ´Aquí está el hombre cuyo nombre es Brote. Y de su propio lugar brotará, y ciertamente edificará el templo de Jehová. Y él mismo edificará el templo de Jehová, y él, por su parte, llevará la dignidad; y tiene que sentarse y gobernar en su trono, y tiene que llegar a ser sacerdote sobre su trono, y el consejo mismo de la paz resultará estar entre ambos´”.

   Revelación 22.16: “Yo, Jesús, envié a mi ángel para darles a ustedes testimonio de estas cosas para las congregaciones. Yo soy la raíz y la prole de David, y la brillante estrella de la mañana”.

   Todos estos versículos de la Biblia confirman que la ramita que surgiría del árbol sería la gobernación de Jesucristo como rey del reino de Dios. Si embargo, la Escritura que definitivamente nos aclara todas las dudas al respecto y que lo define todo se encuentra en el capítulo 6 de Isaías. Observe lo que Isaías 6.11 dice en conjunción con la desolación de Jerusalén y la restauración de la semilla que brotaría:

   “Ante esto, dije: ´¿Hasta cuándo, oh Jehová?´Entonces él dijo: ´Hasta que las ciudades realmente caigan estrepitosamente en ruinas, para estar sin habitante, y las casas estén sin hombre terrestre, y el suelo mismo sea arruinado hasta ser una desolación; y Jehová realmente aleje a los hombres terrestres, y la condición desértica de veras llegue a ser muy extensa en medio de la tierra. Y todavía habrá en ella un décimo, y de nuevo tiene que llegara a ser algo para quemazón, como un árbol grande y como un árbol macizo en los cuales, cuando hay tala de ellos, hay tocón; una descendencia santa será el tocón de él´”.

   Aunque esta Escritura tuvo un cumplimiento cuando Jerusalén fue restaurada en 537 aec., puede ciertamente también aplicarse a la semilla santa que regiría el gobierno del reino de Dios; dicha semilla santa es Jesucristo mismo. Sí, el grande, el masivo árbol, fue cortado cuando Jerusalén fue destruida en 607 aec. Sin embargo se dejó que permaneciera un tocón, y éste incluye a la semilla santa, aquella que gobierna en el reino de Dios. Veamos aún más pruebas de que el sueño del árbol en realidad tiene una relación directa con el reino de Dios y su gobernante.

Las profecías de Daniel señalan a Jesús como gobernante.

   Aquí hay otro asunto para considerar: ¿Ha notado que cada profecía de Daniel concluye con Jesús asumiendo el reino de Dios? La única profecía que no lo hace está en el capítulo 9, la cual concluye con la llegada del Mesías, quien es el Rey del reino de Dios.

   Daniel, cap. 2: “Y en los días de aquellos reyes el Dios del cielo establecerá un reino que nunca será reducido a ruinas. Y el reino mismo no será pasado a ningún otro pueblo. Triturará y pondrá fin a todos estos reinos, y él mismo subsistirá hasta tiempos indefinidos”.

   Daniel, cap. 7: “Y el reino y la gobernación y la grandeza de los reinos bajo todos los cielos fueron dados al pueblo que son los santos del Supremo. Su reino es un reino de duración indefinida, y todas las gobernaciones servirán y obedecerán aun a ellos”.

   Daniel, cap. 8: “Y contra el Príncipe de príncipes se pondrá de pie, pero será sin mano como será quebrado”.

   Daniel, cap. 12: “Y durante aquel tiempo se pondrá de pie Miguel, el gran príncipe que está plantado a favor de los hijos de tu pueblo”.

   ¿Qué se puede decir sobre el capítulo cuatro de Daniel?, ¿también concluye con el reino de Dios? Daniel 4.17 dice: “Por el decreto de vigilantes es la cosa, y por el dicho de santos la solicitud es, con la intención de que sepan los vivientes que el Altísimo es Gobernante en el reino de la humanidad, y que a quien él quiere darlo lo da, y coloca sobre él aun al de más humilde condición de la humanidad”.

   Aquí hay algo más para considerar: Dado que una de las profecías de Daniel anticipa la venida de Jesucristo a la tierra, ¿no sería de esperar (o al menos no sería una sorpresa) que también nos dijera sobre su asunción celestial como rey? El capítulo cuatro de Daniel logra ese mismísimo propósito. ¿Tiene sentido creer que todas las profecías de Daniel traten sobre el Mesías/Rey, ya sea viniendo a la Tierra (una vez) o gobernando en el cielo (el resto de las veces), pero que ésta única profecía, la del capítulo cuatro, no tenga nada que ver con el Mesías/Rey sino solamente con Nabucodonosor?

   La Atalaya está en lo correcto cuando dice:

   “Sin embargo, una investigación del entero libro de Daniel revela que el elemento del tiempo dondequiera es prominente en todas las visiones y profecías que presenta. Las potencias mundiales y acontecimientos que se describen en el libro no se muestran aislados o aconteciendo al azar, dejándose ambigüo el elemento del tiempo, sino, más bien, encajando en un marco histórico o secuencia de tiempo […] Además, el libro bíblico de Daniel repetidas veces señala hacia la conclusión que constituye el tema de sus profecías: El establecimiento de un reino de Dios universal y eterno, ejercido por medio de la gobernación de Su escogido, ´el Hijo del hombre´
  
   […] en vista de lo susodicho no parece lógico creer que la visión del  ´árbol´ simbólico y su referencia a ´siete tiempos´ aplique únicamente a los siete años de locura y recobro subsecuente y retorno al poder que experimentó un gobernante babilónico […] El tiempo en que se dio [la visión] en el punto crítico de la historia en el cual Dios, el Soberano Universal, había permitido que el mismísimo reino que él había establecido entre su pueblo pactado fuera derrocado […], debido a la persona a quien se reveló la visión, a saber, el mismísimo gobernante que sirvió de instrumento divino en tal derrocamiento, y que así llegó a ser el recipiente de dominación mundial por permiso divino, es decir, sin intervención de ningún reino representativo de Jehová Dios […][y] por todo el tema de la visión, que es: ´Que sepan los vivientes que el Altísimo es Gobernante en el reino de la humanidad, y que a quien él quiere darlo lo da, y coloca sobre él aun al de más humilde condición de la humanidad´ (Daniel 4.17) […] Es evidente que el punto principal de la visión es el ejercicio de la soberanía irresistible de Jehová Dios en el ´reino de la humanidad´, y esto suministra la clave para entender el significado pleno de la visión.

   Queda claro que el árbol aplica primeramente a Nabucodonosor, quien, en aquel punto de la historia, era cabeza de la potencia mundial dominante, Babilonia. No obstante, antes de la conquista de Jerusalén por Nabucodonosor, el reino típico de Dios que gobernaba desde aquella ciudad era la agencia mediante la cual Jehová ejercía su soberanía legítima hacia la Tierra. Pero al permitir que aquel reino típico de Jerusalén fuera derrocado Jehová permitió que su propia expresión visible de soberanía por medio de la dinastía davídica de reyes fuera derribada. La expresión y ejercicio de dominación mundial en ´el reino de la humanidad´, sin intervención de ningún rey representativo de Dios, ahora pasó a las manos de las naciones gentiles (Lam 1.5, 2.2,16,17).

   A la luz de estos hechos se ve que lo que el ´árbol´representa, en sentido superior y más trascendente que su aplicación inicial a Nabucodonosor, es la soberanía o dominación mundial por el reino de Dios”.(59)

¿Debemos aplicar la regla del año por un día?

   Si no se aplica la regla de un año por cada día entonces los siete tiempos se extenderían desde 607 aec. hasta 600 aec. Al final de ese periodo ¿apareció algún gobernante del reino de Dios? El razonamiento lógico conduce a una persona a creer que debe aplicarse la regla de un año por día porque de otro modo la profecía carecería de sentido. Como ejemplo tenemos la profecía de las setenta semanas del capítulo 9 de Daniel.  La regla de un año por día debe aplicarse al capítulo 9 de Daniel porque de no hacerlo la profecía no tendría sentido ni valor.

   Como ya anteriormente vimos, Daniel usa la palabra para siete “tiempos” en vez de siete “años”, por lo tanto ese periodo debe significar más que sólo siete años, de otra manera él habría dicho “siete años” y no “siete tiempos”. ¿O piensa usted que Jehová estaba tratando de burlarse de nosotros usando la terminología de siete tiempos y luego explicando la duración de 3½ tiempos en Revelación tan sólo para terminar diciéndonos que siete tiempos son simple y llanamente siete años?

   También, al mismo tiempo, suministró la regla de ´un año por día´ cuando Ezequiel yació de lado por tantos días (lo cual, dicho sea de paso, apuntó a la destrucción de Jerusalén en 607 aec.). También suministró la profecía de las setenta semanas, la cual también necesita la regla de ´un día por año´ para poder interpretarla. Las setenta semanas correrían de 455 aec. a 453½. Nada sucedió al final de ese periodo; así que indudablemente debe referirse a  un año por cada día.

   Con esto en mente, ¿habrá alguna otra razón para aplicar la regla de un año por día al sueño? Pensemos por un momento en la razón por la que Dios querría que nosotros supiéramos la duración exacta de  3½ tiempos. En un lugar él los llama 42 meses (60), en otro se refiere a ellos como 1260 días (61). Si se tratara únicamente de 42 meses normales, entonces ¿para qué ser tan específicos sobre ellos?, ¿qué diferencia harían unos pocos días aquí o allá?, ¿por qué no simplemente decir  3½ años, o 42 meses lunares o solares? La única ocasión en la que unos cuántos días hacen una gran diferencia es cuando estamos considerando una profecía a la que se le tiene que aplicar la regla del año por cada día. En ese caso cada día hace una gran diferencia. Cuando usted combina esto con el hecho de que cada profecía de Daniel termina, ya sea con Jesús asumiendo el reino de Dios, o con la llegada del Mesías, quien es el rey del reino de Dios, entonces tiene buenas razones para aplicar la regla de un año por cada día.

Jerusalén será hollada por las naciones.

   “Todo esto está muy bien” -dirán algunos- “¿pero cómo podemos ir más allá y aplicar los 2520 años a los ´tiempos de los gentiles´de los que Jesús habló?” El capítulo 21 de Lucas dice:

    “Además, cuando vean a Jerusalén cercada de ejércitos acampados, entonces sepan que la desolación de ella se ha acercado. Entonces los que estén en Judea echen a huir a las montañas, y los que estén en medio de Jerusalén retírense, y los que estén en los lugares rurales no entren en ella; porque estos son días para hacer justicia, para que se cumplan todas las cosas que están escritas. ¡Ay de las mujeres que estén encintas y de las que den de mamar en aquellos días! Porque habrá gran necesidad sobre la tierra e ira sobre este pueblo, y caerán a filo de espada y serán llevados cautivos a todas las naciones; y Jerusalén será hollada por las naciones, hasta que se cumplan los tiempos señalados de las naciones”.

   Por favor observe que estas palabras son diferentes de las de Mateo y Marcos. En Mateo y Marcos Jesús no menciona específicamente a los ejércitos romanos; en vez de eso se refiere más bien a ´la cosa repugnante que causa desolación´. Es sólo en Lucas en donde Jesús indudablemente está hablando sobre el ejército romano  y lo que éste le haría a la ciudad literal de Jerusalén. En el versículo 24 él dice específicamente cómo aquellos judíos morirían por la espada y serían llevados cautivos. Entonces la declaración pasa a decir. “Jerusalén será hollada por las naciones, hasta que se cumplan los tiempos señalados de las naciones”.

   Recuerde que Jesús está hablando con sus discípulos, quienes creían que en el futuro cercano él restauraría a la nación de Israel y sería hecho rey sobre ella. En Hechos 1.6 leemos: “Cuando se hubieron congregado, se pusieron a preguntarle: ´Señor, ¿estás restaurando el reino a Israel en este tiempo?´”. De esta pregunta podemos deducir claramente que ellos estaban esperando que Jesús salvara a Jerusalén y se convirtiera en rey. Así que cuando Jesús les dice exactamente qué le ocurriría a la ciudad literal de Jerusalén les deja en claro que tanto esa ciudad como su gobernación, contrario a lo que ellos esperaban, sería hollada por las naciones hasta que los tiempos señalados (siete) fueran completados; sólo entonces la ciudad sería verdaderamente restaurada y él sería nombrado rey. Aunque sus discípulos no pudieron haber entendido esto en ese momento nosotros ahora sí podemos. Claro que la ciudad que sería restaurada no iba a ser la Jerusalén literal sino la celestial.

   No debemos olvidar que la pregunta que Jesús está respondiendo es “¿cuál será la señal de tu presencia y de la conclusión del sistema de cosas?”. Luego, en el capítulo 21 de Lucas, les dice lo que el futuro cercano le depara a la ciudad literal de Jerusalén y a su gente. Pero Jesús no había olvidado la gran pregunta: ¿Cuándo ocurriría su presencia? Así que, después de hablarles de lo que le pasaría a la Jerusalén literal, sin duda sabía que sus discípulos estaban pensando lógicamente que ´después Jerusalén sería restaurada y la presencia de Cristo como rey empezaría´, exactamente igual a como previamente habían preguntado en Hechos 1.6. Así que Jesús estaba haciéndoles saber que su razonamiento era incorrecto. Jerusalén no sería restaurada inmediatamente.

   Por eso les recordó lo que la profecía de Daniel decía acerca de que ´Jerusalén sería hollada por las naciones hasta que los tiempos señalados (o los siete tiempos) de las naciones se cumplieran´, sólo entonces su presencia y reinado comenzarían, sólo entonces, después que los siete tiempos señalados se completaran, Jerusalén sería restaurada. Aunque ellos no entendieron esto en ese momento nosotros ahora sí lo entendemos, porque sus palabras no fueron solamente para sus discípulos que le oían en ese momento, sino también para la gente que viviría en los últimos días de este sistema de cosas.

   Mateo y Marcos mencionaron a “la cosa repugnante”; así que definitivamente esta profecía tiene dos cumplimientos:

1- El ejército romano, y...
2- La Organización de las Naciones Unidas.

   Sin embargo, Lucas 21.20-23 habla específicamente sobre eventos literales  que sucederían en el siglo primero. Dichos eventos no tienen un cumplimiento específico en los últimos días a pesar de que tienen paralelos muy similares. Así que después de que Jesús nos dice lo que materialmente le ocurriría a Jerusalén y a los judíos, pasa a explicarles a sus discípulos que Jerusalén sería pisoteada hasta que los tiempos señalados hubieran terminado. El reino no sería restaurado hasta ese entonces. Más tarde llegarían a entender (después que el espíritu santo fuera derramado en el Pentecostés) que el reino de Dios no iba a ser establecido literalmente en Jerusalén, como hasta entonces habían creído, sino que sería un reino celestial que vendría después que terminaran los tiempos señalados de las naciones.

   Pongamos una ilustración: Suponga que usted va a un concierto de Elvis Presley. Él está viejo, ha aumentado en peso, e ingiere píldoras. No es ya el rey del rock que solía ser. De repente se inicia un incendio en el teatro; todos gritan y corren hacia las puertas. Elvis queda atrapado entre la multitud, cae al suelo y es pisoteado por ella. Unos treinta segundos después un profeta se le aparece a Elvis y le dice: “Pasarán siete minutos sobre ti hasta que sepas quién es el verdadero rey”. Dos minutos después otro profeta se le aparece y le dice: “El cuello de Elvis será quebrado y el rey será pisoteado hasta que los minutos señalados de la muchedumbre se hayan completado”. Finalmente, cuando hubieron pasado los siete minutos, el rey se levanta del suelo. Sorprendentemente se ve más joven, más delgado, tiene buena apariencia, y se ve tan rejuvenecido como estaba al inicio de su carrera. Observe cómo la frase usada, “el rey será pisoteado”, tuvo mucho sentido.

Elvis = Jerusalén.
Muchedumbre = Naciones.
Siete minutos = Siete tiempos.
El pisoteo comienza = 607 aec.
Rey gordo y adicto a las drogas =Gobernantes israelitas hasta 607 aec.
Cuello roto de Elvis = Destrucción de Jerusalén en 70 ec.
El pisoteo termina = 1914, el verdadero rey es restaurado.
607 aec. a 1914 ec. = Los tiempos de los gentiles.

   ¿A qué nos lleva todo esto? A que los tiempos de los gentiles comenzaron en 607 aec., con el último de los reyes judíos que se sentaron en el trono de Jehová, y terminaron en 1914 ec. cuando Jesús, la ramita (quien tenía el derecho legal para gobernar), fue hecho rey en los cielos sobre el trono de Dios. Los eventos que tuvieron lugar en la Tierra en 1914 y desde entonces hasta ahora, confirman esto.

   En vista de todo esto la historia artificiosamente tramada no es la de la doctrina de 1914 sino más bien aquella o aquellas que se inventan para desacreditar el 607 aec. como la fecha de la destrucción de Jerusalén, y las que niegan el año 1914 como el final de los tiempos de los gentiles. Los que promueven la artificiosamente tramada y falsa historia de que Jesús no comenzó su gobierno en 1914 son los mismos que cumplen la profecía que dice: “¿Dónde está esa prometida presencia de él?”.
Notas:
56- Rev 12.14: “Un tiempo [1 +] y tiempos [2 +] y medio tiempo [½ =]” 3½ tiempos.  3½ tiempos= 1260 días (al vincular Rev 12.6 con 12.14).
57- Da 4.16: “Pasen siete tiempos sobre él”.

Rev 12.6
1260 días+1260 días=2520 días
 
Rev 12.14
3½ tiempos+3½ tiempos=7 tiempos

La regla de un día por año: Nú 14.34, Eze 4.6
Por lo tanto 2520 días son 2520 años.

58- Da 4.17
59- La Atalaya 1 abril 1968, pg. 197
60- En Rev 11.2, 13.5
61- En Rev 11.3, 12.6

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